Carta de un podenco cachorro a su dueño

Bambino de los Arcabuceros

"En algún lugar" (España)

          Estimado y querido amo:

          Espero se encuentre usted bien en compañía de su familia y la mía que tanto echo de menos.

          En primer lugar le digo que soy el Bambino, el cachorrito que le robaron aquel invierno una noche que usted, no sé porqué, no estaba con nosotros y en compañía de mis cuatro primas y mi primo Capitán, nos arrancaron de nuestra cama calentita de serrín, nos metieron en un coche y empezaron mis desdichas.

         Por la mañana nos ataron a una cadena en una nave, sin caseta ni nada y no vea usted el frío y pena que pasamos. Yo me tiré una semana llorando y latiendo a ver si me escuchaba usted pero nada, me quedé afónico de tanto llamar. Nos pusieron un pienso que yo no probé, pues sabía a rayos. En unos días, con el frío y sin apenas comer, me entraron unas cagaleras y una gripe que por poco me muero.

         Como usted sabe ya tengo cierta edad y hace un tiempo que me encuentro en casa de un señor que me compró a los amigos de lo ajeno, que en cuanto les ofrecieron cuatro euros me vendieron. No como usted , que me acuerdo de aquel que me quiso comprar y le dijo: "Ese no tiene precio, no se vende por ná y se acabó.

        También recuerdo el primer día que en brazos me subió su hija María a los conejos del doblado. Tendría yo un par de meses y cuando me puso en el suelo y me dio ese olor que tanto me apasiona, se me encendió la sangre y empecé a latir los rastros y cagarruteros. Me metí entre unas abulagas y de allí salió el "orejotas". ¡Cómo me puse!.Me temblaba todo el cuerpo. ¡Qué nervios Dios!. Emprendí detrás de él y, aunque era más grande que yo, salió que se las pelaba. En un rincón le eché mano al jopo, y si no me lo quita usted me lo cargo. ¡Cómo chillaba el condenado! Y como se puso usted de contento, con qué cariño me besaba y me decía: "Bien, Bambino, bien, vas a ser como tu abuelo Evento", y yo me sentí muy orgulloso.

         Luego ya un día y otro de diversión que duró poco, pues esos canallas que nos robaron nos lo hicieron pasar canutas, se acabaron las croquetas y rosquillas, la cama, el cariño y, lo peor,  el recuerdo de los ratos con el "orejotas".

         Como le dije antes, ya soy un podenco muy guapete y fino según dicen, y que tengo un par de nenas en el bote y mi nuevo dueño me las tiene reservadas. Aunque no son tan lindas como mis primas Centella y Caribeña, para un apaño valen. Están locas por mí y una que es muy avanzada, algún día... ya veremos.

         Este señor, mi nuevo dueño, es mayor y no compra ni revistas ni nada, no está enterado de los esfuerzos que hizo usted por recuperarnos. A propósito, ¿sabe usted algo de mis primas y primos?. Qué mal lo estaban pasando cuando los dejé, sin darles apenas el sol, atadas llenas de excrementos, pues pues para entrar donde estuvieron cuando llueve, ni con botas de agua se puede. Dormían en cemento "pelao", el frío era tremendo y cuando hace calor con el techo de uralita, no vea la de pulgas y garrapatas ... no se que habrá sido de ellos.

        Hace unos días me llevaron al campeo a un coto de estos que por aquí creo que se llaman intensivos o algo así, no me haga mucho caso. Bueno, el caso es que no vea usted como me puse de coger conejos, eran como tontos, casi tan tontos como el orejotas gigante de "La Viña". ¡Quince le cogí al abuelete! Buenos euretes tuvo que acoquinar, pues había que pagar a los "bobos" a no sé cuanto. Menos mal que me retiró pronto sino lo arruino.

        Bueno, don Francisco, que llevo un rato escribiendo y me va a salir un callo en la pata. Ya le contaré en alguna otra ocasión algo más. Si algún día pasará cerca de su casa, mi casa, no dude que me escapo y me voy con usted, que ¡eso sí que era vida!. Todos los días de cacería. Muchos besos a su esposa, a sus hijos María y José Vicente, a mis padres, titos y primos, a Rambo y Luna, los mastines, a Vitorina y Chullito, los alanos, en fin a todos.

Bambino de los Arcabuceros

Francisco Rodríguez Dávila.